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martes, 17 de abril de 2012

Las casas


El sistema de casas es otra división de la rueda del horóscopo. La Primera Casa siempre comienza con el Ascendente.

Pulsa sobre la zona que desees consultar en el siguiente gráfico para ver las definiciones y el uso de cada segmento.



Desde allí, la carta natal se divide en doce segmentos, siguiendo el sentido contrario del reloj. La división depende del tipo de sistema preferido por el astrólogo. Los sistemas más prominentes son Placidus, Koch, Casas Iguales, Monteregius y Campanus.

Existe una correlación entre cada casa y el signo corrspondiente. Así pues, la Tercera Casa posee cualidades parecidas al Tercer Signo, Géminis. Mientras los signos nos revelan cómo se manifiestan las energías representadas por los planetas, las casas describen las áreas de la vida donde se van a notar esas energías. Las posiciones de las casas nos dicen dónde se experimentarán las diversas experiencias; son la escena terrenal de los acontecimientos.


El ascendente y la Primera Casa

El Ascendente es el signo que en el momento de nuestro nacimiento aparece en el Este del horizonte. Su posición en el horóscopo señala el comienzo de la rueda de las Casas y, por tanto, es idéntico a la Primera Casa.

Nos puede ayudar a comprender el significado del Ascendente si consideramos que el Sol también aparece cada mañana en el Este del horizonte. Así pues, el Ascendente se puede relacionar con el despertar de nuestra conciencia, del mismo modo que el Sol nos despierta por la mañana, disipando la oscuridad de la noche con sus rayos de luz.

Según el signo del zodiaco que representa al Ascendente, tendemos a utilizar ciertas características para moldear nuestra personalidad y poner una especie de máscara entre nuestra verdadera naturaleza, simbolizada por el Sol, y el mundo exterior. En muchos casos, los demás nos reconocen más por las cualidades del signo del Ascendente que por las características del signo solar.

En consecuencia, el Ascendente puede ser, en primer lugar, una imagen que proyectamos al exterior, o un escudo, pero también una especie de puerta que se abre hacia el ser verdadero de la persona y permite que fluya a través de este canal una gran parte de nuestro yo.

La Primera Casa, símbolo de la expresión espontánea del yo, de la comprensión propia de nuestro ser y de nuestra apariencia, está relacionada con el signo Aries y el planeta Marte. No obstante, cualquier planeta cerca del Ascendente o emplazado en la Primera Casa cobra un significado especial en el análisis de la carta natal.

La Segunda Casa

Representa los recursos —tanto educativos como económicos— que necesitamos para la seguridad de nuestra existencia. Simboliza los valores que anhelamos, nuestro sentido de adquirir cosas, nuestra tendencia a acumular, las finanzas y otras fuentes de ingresos. También está relacionada con nuestras ataduras emocionales a las cosas que nos rodean. Tiene una afinidad natural con el signo Tauro y el planeta Venus.

La Tercera Casa

Representa el desarrollo de nuestra relación comunicativa con el entorno y nuestra forma de ver y comprender las circunstancias externas. Es el dominio del pensamiento lógico, de la facultad del habla y de la adquisición de datos e informaciones. La astrología clásica relaciona la Tercera Casa también con nuestros hermanos y vecinos, las conversaciones y charlas, nuestros deseos y esfuerzos, y viajes cortos. Esta Casa tiene una afinidad natural con el signo Géminis y el planeta Mercurio.

El Imum Coeli y la Cuarta Casa

El Immum Coeli (IC) está justo al otro lado del Medium Coeli (MC), el Mediocielo, y se halla, por tanto, en el punto más bajo del horóscopo, donde señala el comienzo de la Cuarta Casa. Debido a que es el punto de la esfera celeste diametralmente opuesto al cenit se llama también nadir y simboliza el lado de la personalidad más oculto, a saber: nuestras raíces, nuestra cuna y nuestros sentimientos que no son siempre visibles a primera vista.

La Cuarta Casa tiene que ver con el mundo del subconsciente, la base emocional, la tradición familiar y, en concreto, la madre como símbolo de protección y nutrición. La Cuarta Casa tiene una afinidad natural con el signo Cáncer y la Luna.

La Quinta Casa

Es la casa del Sol y simboliza nuestra aspiración a la expresión de nuestra personalidad y de nuestras cualidades. Aquí se manifiesta nuestro placer de experimentar y nuestra fuerza creativa. También muestra la relación que tenemos con los niños, así como el niño que se esconde en nuestro interior. La Quinta Casa nos proporciona conocimiento acerca de la sexualidad, del placer de vivir y de la constitución física en general. Esta casa tiene una afinidad natural con el signo Leo.
La Sexta Casa

Corresponde a nuestra facultad y forma de utilizar nuestras cualidades según las necesidades que se presentan en la vida. Aquí vemos nuestra actitud hacia el trabajo y el modo de cómo organizamos nuestra existencia. La astrología clásica relaciona la Sexta Casa con temas como el cumplimiento del deber, la inteligencia práctica, la salud y la alimentación. Esta casa tiene una afinidad natural con el signo Virgo y el planeta Mercurio.
El Descendente y la Séptima Casa

El Descendente es el punto diametralmente opuesto al Ascendente, y se halla, por lo tanto, en aquel signo que se estuvo poniendo en el horizonte occidental cuando nacimos. Contrario al Ascendente, describe nuestra facultad de recibir y absorber aquello que se nos va acercando. Es el comienzo de la Séptima Casa y simboliza nuestro encuentro con el tú, la forma de establecer contactos, y las personas que cobran significado en el transcurso de nuestra vida. Esta casa revela el tipo de persona que se siente atraida hacia nosotros e indica las expectativas que aportamos a nuestras relaciones.

Con este telón de fondo, la Séptima Casa representa empresas comunes, contactos humanos, relaciones íntimas y socios en general. Tiene una afinidad natural con el signo Libra y el planeta Venus.

La Octava Casa

Corresponde a la intensificación del encuentro con el tú. Debido a que está opuesta a la Segunda Casa, simboliza los valores en una relación matrimonial o de socios y, también, nuestra capacidad de compartir.

Aquí los recursos deben crearse y utilizarse para el bien común.

La astrología clásica relaciona esta casa además con temas como las herencias, el sexo y la muerte, la transformación y las enfermedades virulentas. Es afín al signo Escorpio y a los planetas Marte y Plutón.


La Novena Casa

En esta casa se trata de relacionar el conocimiento adquirido con las experiencias personales para lograr una visión integral del mundo y una orientación en la vida. Aquí no reunimos datos por el simple hecho de acumularlos, sino para analizar y comprender procesos sociales, encontrar una respuesta a la pregunta por el propósito de la existencia y ampliar nuestra conciencia ética y moral.

El hombre desarrolla distintas visiones y busca su sitio en el mundo, y para ampliar su horizonte le ayudan los viajes —tantos los internos como los externos—, también relacionados con esta casa. Otros temas son la filosofía, la religión y el derecho. La Novena Casa tiene afinidad con el signo Sagitario y el planeta Júpiter.

El Medium Coeli y la Décima Casa

El Medium Coeli (MC) es el cenit, el punto más alto del horóscopo, y se encuentra, por tanto, diametralmente opuesto al Imum Coeli (IC) o nadir. Es simultáneamente el comienzo de la Décima Casa que simboliza, entre otras cosas, nuestra posición social, la cual corresponde en la sociedad actual al éxito profesional.

Aquí se trata también de temas sociales —igual que en la Novena Casa—, pero el enfásis está en lo práctico y real. La reputación, la ambición de hacer carrera, la responsabilidad hacia la sociedad y las metas políticas son algunos de los temas de la Décima Casa. Es afín al signo Capricornio y al planeta Saturno.

La Undécima Casa

Refleja nuestro deseo de alcanzar una determinada identidad o posición por medio de la identificación con un grupo. Entramos en contacto con otras personas para intercambiar ideas y formular objetivos comunes, muchas veces destinados a mejorar la situación social actual.

Buscamos las cosas que compartimos con otros para entendernos y sentirnos como parte de la humanidad y poder mostrar solidaridad. Por lo tanto, la Undécima Casa representa nuestro círculo de amigos, experiencias colectivas, ideas humanitarias y visiones futuras destinadas al progreso de la sociedad en que vivimos. Esta casa tiene afinidad con el signo Acuario y los planetas Urano y Saturno.

La Duodécima Casa

Es la más compleja, porque corresponde a esferas de la vida que se consideran tabúes y no suelen ser temas utilizados en nuestras conversaciones. Es la última parte del sistema de casas y simboliza el fin de un ciclo evolutivo. Aquí se disuelve el ego y el sentido de la individualidad a favor de un sentimiento de comunión y comunidad. Al mismo tiempo, nos retiramos del mundo exterior para prepararnos para la muerte y pasar a la vida siguiente.

La Duodécima Casa representa también el aislamiento, sea voluntaria o no, para facilitar la meditación en la esencia de la existencia. Otros temas son la soledad, el sacrificio, la empatía y la inspiración mística. Esta casa tiene afinidad con el signo Piscis y los planetas Neptuno y Júpiter.

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